viernes, 23 de abril de 2021

Hacia un nuevo modelo de país

Si algo ha quedado claro en esta época, es que el modelo tradicional de país, basado en el control del Estado sobre las personas y los territorios, no solo es ineficaz, sino que es incluso producente. No solo para las personas que lo habitan, sino para los derechos de los que pretenden ser garantes. La mala democrácia, se convierte en un rodillo uniformizador que sepulta toda divergencia, toda variedad, todo desarrollo y oportunidad. La ciega obsesión por controlar y dominarlo todo, destroza toda felicidad de la gente que siente una vida de frustración, atrapada entre la intolerancia, la ignorancia y la vergüenza agena.

Podréis pensar que han elegido su destino a través del voto, pero nada más lejos de la realidad. Supongo que a estas alturas, todos conocemos lo que es la manipulación, el engaño, la mentira y demás técnicas políticas para llevarnos a su redil. Pero ¿y qué es de nuestra libertad para decidir? Podemos decidir que compañia de teléfono tener, que equipo de fútbol, que marca de ropa, pero no podemos elegir nuestro país. Y es precisamente esta frustración, el ser conscientes de este engaño, de esta trampa, la que provoca la rivalidad política, las manifestaciones, la secessión..etc. No parece muy normal, someter a alguien a participar en algo con lo que no está de acuerdo, o lo estaba, pero ha dejado de estarlo. 

Los Estados han dejado de garantizar la diversidad para aplicar su visión y modelo único a todos sus habitantes. Nadas más fascista que esto. Toma mi idioma o vete, toma mi religión o vete, toma mi forma de gobierno o vete, toma mis leyes e impuestos o vete. La libertad de estar entre la espada y la pared, no es tal libertad cuando la alternativa es tan poco atractiva como una amenaza de exilio encubierta.

Os propongo un nuevo modelo de país. Uno que realmente sea una entidad objetiva en materia de justicia, respetando todas las opiniones y sentimientos. Que deje libertad para que sus habitantes decidan a que nación pertenecer, con solo incribirse como se haría con una asociación. Esta Comunidad, se autogobernaría con leyes propias, gestionando un territorio específico para ellos, pudiendo tener su propio idioma, su procia cultura..etc. Claro está, respetando una leyes comunes mínimas  basadas en los derechos humanos. Tendríamos un mundo enorme que compartir y lo que ahora es conflicto, sería cooperación y respeto.

Estas micronaciones podrían convivir miles o millones dentro de la misma macronación. Los territorios de las mismas, serían las residencias de sus miembros, diversos terrenos privados que tuvieran bajo su propiedad común y otros terrenos publicos de la macronación que formaran parte de su día a día y que compartirían de forma respetuosa con otras micronaciones. Todos ellos, deberían contribuir a mantener unos servicios públicos generales imparciales y respetuosos con todas las sensibilidades, pero también se abriría la opción de disponer de servicios privados complementarios.

Nos dicen que la competencia de empresas y la ausencia de monopolios es la que garantiza las mejores condiciones para los clientes, pues hagamos lo mismo con los estados. Abolir el monopolio del poder, hará que la gente pueda decidir en que modelo de país vivir, sin frustraciones y sin necesidad de rebelarse contra nada ni nadie. ¿Quieres vivir en una República o una Moanrquía? simplemente elige.

Los terrenos privados y las residencias particulares quedarían bajo la jurisprudencia de la micronación, mientras que los territorios públicos de la macronación incluidos como parte de la micronación, por tratarse de lugares utilizados por sus miembros, deben de respetarse las leyes macronacionales, dado que esos lugares no son de su propiedad y serán compartidos con cientos o miles de otras micronaciones. Pero os preguntaréis ¿que sentido tiene estos territorios compartidos? Uno maravilloso, el uso compartivo promueve la microhistoria y la diversidad. Lo que para una micronación puede ser una montaña sagrada, para otra puede ser un lugar de conservación de una especie animal. Ninguna de las dos tendía más derecho que la otra para ocupar ese lugar, pero ambas contribuirían para desarrollar el lugar en dos sentidos, de forma respetuosa, cuando antes solo hubiera sucedido una de las dos.

La idea parece subrrealista, pero cuando pensamos en el modelo tradicional que se supone que garantiza lo mejor y toda la diversidad, nos damos cuenta que es justamente lo contrario. De todas las opciones que pueden hacerse en un lugar ¿cómo se decide cual hacer?, está claro la que más peso tiene, la que más influencia o poder será la opcion ganadora. Precisamente un modelo de fragmentación política respetuoso, pone a todas las opciones en igualdad, pero no para competir entre ellas como haría el modelo tradicional, sino para compartir y colaborar. En el caso anterior, ¿quien utilizaría la montaña? ¿se constuye una iglesia o un centro de conservación?. Pero ¿lo realmente justo no sería obligar a ambos grupos a colaborar y crear un edificio mixto para ambas funciones? Por supuesto, cualquiera de los dos podría renunciar a su proyecto si no desea cooperar. Pero en un nuevo mundo basado en este modelo, esta opción tan intransigente no les llevaría muy lejos. ¿No es este modelo más justo? ¿no crearía millones de oportunidades que ahora son sepultadas por que otras opciones tienen más peso?.

Este modelo tiene nombre, Panarquía. Y no requiere de ningún permiso para ponerse a funcionar. Se trata de una Revolución Tranquila que se construye de forma respetuosa. Cualquier micronación puede crearse hoy mismo si dispone de algunos seguidores, que deseen poner contribuir con sus residencias. Luego pueden comprar algunos terrenos privados y aplicar su legislación en ambos, pero siempre respetando la legislación macronacional, bajo un sistema de reciprocidad legislativa, asumiendo que desde el día de su fundación, deben respetar las leyes macronacionales anteriores a esa fecha y en adelante, solo las que no entren en conflicto con su legislación. Ya que no existe legislación que regule la panarquía en el mundo a día de hoy, aplicamos la misma reciprocidad. Nadie puede legislar en contra de la Panarquía, porque hacerlo supondría un ataque directo a una forma de organización política que promueve la libertad y la cooperación. Respecto a los territorios macronacionales compartidos, evidentemente no podrá aplicarse la ley micronacional sobre ellos y se deberá respetar esos lugares completamente, dado que ni tan siquiera son de propiedad privada. Pero se podrán reinterpretar para dar cabida a las necesidades y creencias de la micronación. Por ejemplo, un simple bosque, puede ser un bosque sagrado, siempre que no se modifique nada en él y se visite de forma respetuosa. Un pueblo o lugar puede promocionarse para entrar en la esfera de una micronación, destacando particularidades concretas de forma respetuosa. Por ejemplo un pueblo medieval, puede ser promocionado por una micronación que ensalza esta parte de la historia, para atraer visitantes o relatar hechos reales o ficticios que supongan un impulso para el pueblo. Pero al mismo tiempo, ese mismo pueblo puede ser utilizado por otra micronación por su conocida fabrica de drones, para promocionar ese hobby e impulsar su comercialización entre sus miembros. Así, de esta forma respetuosa, tranquila y sin perturbar lo más mínimo lo que ya tenemos, conseguimos poner a cooperar a dos grupos por el bien de un mismo lugar, cuando en nuestro modelo actual, muy probablemente el conflicto hubiera sido la norma, enfrentando a defensores de lo medieval contra los fabricantes de drones por ser beneficiarios de ayudas del ayuntamiento, por ejemplo.

¿Empezamos?


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