No es un juego, ni una ocurrencia, ni mucho menos una broma. Como decía mi antiguo profesor de historia contemporánea, al Estado no se le puede llamar por teléfono porque no es una entidad física, ni es una persona. Es un conjunto de personas y sus esfuerzos, de los que emana un poder soberano que se encarna en un corpus legislativo, del que se desprende una serie de derechos y obligaciones cuyos ciudadanos se comprometen a respetar y cumplir. Esas leyes que los Estados crean, se aplican sobre todas las personas que viven en el territorio de ese Estado. Y al mismo tiempo, las personas que viven en un determinado territorio comparten ciertos rasgos identitarios, culturales y costumbres Pero, ¿tiene sentido seguir vinculando ese poder a un territorio en vez de directamente a las personas? ¿Por qué una persona por el simple hecho de haber nacido en un lugar concreto, debe estar sometido a la cultura y leyes del Estado que lo controla? ¿Es justo, o democrático, que un inmigrante deba renunciar a parte de sus creencias o de sus tradiciones por el hecho de vivir en un lugar que no se acepta su identidad? ¿Es libertad, o democracia, someter a unas condiciones socio-económicas lamentables a un grupo de personas por el simple hecho de vivir en un determinado lugar? ¿El Estado nos chantajea para que nos comportemos de una determinada manera a cambio de dejarnos vivir en su territorio?
Quizá nunca te has hecho estas preguntas o sí. Léelas bien, despacio, porque tampoco son una broma. Estamos hablando de algo muy serio, de como el poder establecido pone por encima sus intereses a los de la gente, tratándonos como ganado en una granja o peones en su tablero de ajedrez. La soberanía pasa entonces a manos de una oligarquía que nos usa como mejor le conviene y los conceptos de libertad y democracia, por los que millones de personas en el mundo han luchado, de diluyen. ¿Por qué el Estado tiene que decidir sobre como tengo que vestir, que tengo que estudiar o en que puedo trabajar? Lo hace directamente creando leyes o creando las condiciones para premiar a ciertas personas, mientras castiga a otras. No nos engañemos, las cosas son así porque así quieren que sean. El Estado se justifica constantemente: "no hay dinero", "todavía no se puede", "es por tu seguridad", "es por tu bien" ...etc. Pero no es por nuestro bien, es por su bien.
La situación del mundo actual es, como de costumbre, convulsa. Además estamos asistiendo a un cambio de era, marcada por la crisis del capitalismo, al ascenso de economías emergentes, al fin del intervencionismo global de los EEUU y al florecimiento de un nuevo sistema productivo. La globalización ha servido en buena medida para exportar los problemas de las superpotencias al resto del mundo, pero de la misma manera nos ha liberado de las cadenas de nuestro Estado. Hoy en día cualquier ciudadano o ciudadana puede moverse libremente por cualquier país, puede hablar cualquier idioma y usar Internet para conocer cualquier cosa que desee de forma instantánea. Hoy más que nunca nos sentimos ciudadanos y ciudadanas del mundo pero los Estados continúan empeñados en legislar acorde a sus intereses sin importar los conflictos que causen. Hay macroestados que legislan restringiendo derechos y libertades (contra el aborto, la expresión, una determinada forma de vestir...etc), señalando con el dedo enemigos, mintiendo y manipulando a la gente con la sola finalidad de mantener su poder. Eso si parece más cosa de un juego; juegan con nosotros como si fuéramos fichas del risk. Desde luego, el ejercicio de pensamiento político que aquí estamos haciendo, no lo es.
En un momento como este, es en el que la tecnología, la economía, la política y la sociedad han sentado ya las bases para que un movimiento como este pueda surgir.
La tecnología ha acelerado el proceso de globalización y nos mantiene constantemente conectados, haciéndonos sentir a todas y todos, parte de una misma nación con los mismos derechos y libertades. Que siempre han sido universales, pero que nuestros Estados han utilizado para enfrentarnos.
La economía ha visto nacer a una nueva moneda tan revolucionaria que está cambiado los sistemas productivos y que va a imponerse como una revolución económica. El surgimiento del Bitcoin, ha sido en buena medida difuminado por los poderes establecidos como un intento de ocultar lo inevitable, el fin del dinero como lo conocemos y de los bancos.
La política ha empezado a caminar en la buena dirección gracias a partidos que han entendido que la soberanía nacional es de la gente y no de ninguna oligarquía que trate de chantajear a las personas que viven en su territorio.
Y la gente que lleva mucho tiempo siendo victima de la manipulación estatal, con el fin de crear enemigos y enfrentamientos que justifique la necesidad de ser gobernados, incluso por inútiles y sinvergüenzas, que solo buscan el beneficio propio.
Un grupo de personas hemos sentido el momento y nos hemos puesto manos a la obra. No vamos a permitir más ser gobernados por una oligarquía que nos maltrata y nos roba el dinero para crear tramas de corrupción y llevarse el dinero a paraísos fiscales. ¿Esta legitimado un Estado que elude impuestos a pedírselos a sus ciudadanos? No vamos a permitir que por el simple hecho de vivir en una macronación determinada tengamos que soportar la vulneración de nuestros derechos y libertades. Nosotros hacemos uso de nuestra soberanía para unirnos en un Estado que sí garantice nuestros derechos y libertades, permitiéndonos desarrollarnos como personas libres. Una nación de la que podamos sentirnos orgullosos, que no nos imponga nada ni nos diga como tenemos que ser. Un proyecto cooperativo que nos garantiza la libertad y el respeto como personas, usando la democracia como forma de gobierno y la libertad de entrar o salir cuando se desee.
República Senatorial de Hispania, se constituye como una superestructura, una cibernación situada por encima del Estado en el que vivimos. No tenemos ninguna intención de entrar en conflicto de ninguna manera con el Estado en el que vivimos, pero nos organizamos usando nuestra soberanía, creando una Comunidad de gente que se va a gobernar a sí misma. Vamos a poner todo nuestro esfuerzo, no en trabajar para las oligarquías que nos exprimen, si no para trabajar por nosotros. Vamos a poner nuestra actividad económica bien lejos de sus garras y a nuestra disposición, para que nuestro trabajo no se malgaste en corrupción y en llenar los bolsillos a la oligarquía que juega con nosotros y nos usa como esclavos.
Somos conscientes de las limitaciones de este proyecto pero también de sus posibilidades. Ya es completamente posible vivir en una cibernación construida entre todos/as y para todos/as. Sabemos que estamos preparados y preparadas para asumir una serie de leyes y de responsabilidades como ciudadanos y ciudadanas, sin que nadie nos tenga que obligar a ello. Somos capaces de organizarnos como una Cooperativa con valores propios, libre, igualitaria, solidaria, empática y progresista.
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